viernes, 28 de enero de 2011

autos que hicieron historia parte uno


El Peugeot 504

Es el estandarte de la argentina democrática, diseñado para el confort de la familia tipo que abrazaba la idea de recorrer el país en un auto con lujosas características. De porte regordete y rostro desafiante (por más contradictorio que suene) el 504 fue elegido por miles de compatriotas apostando a la fidelidad de un motor ruidoso y un tapizado dispuesto a hacer sudar hasta el más cerrado poro de tu ser. La mecánica francesa sorprendió con este motor de no sé cuántos cilindro ofreciendo un andar pesado pero seguro.

Pros: amplio habitáculo conductibilístico, faros que parecen ojos de felino enojado, amplia gama de colores.

Contra: se rompen fácil las manijitas para abrir las puertas.


Fiat 147

El descendiente del fitito, con una estética algo cubista, se introdujo en las calles a principios de los ochentas para reinar dentro del segmento de los pequeños. Incomodo como la reputa madre pero de mecánica fiel no te deja nunca a pata, por más que lo quieras. También se lo conoce como Spazio, que es espacio en italiano, creando una de las paradojas más grandes del siglo 20, puesto que espacio adentro NO tiene, aunque mirándolo con otra óptica se puede referir al espacio que te va a sobrar en el garage donde vas a poder poner la bicicleta fija que nunca usas.
Es uno de los autos preferidos por los tuerca para tunnearlo.

Pros: lo estacionás en cualquier lado, estilo europeo, bocina acorde al tamaño del vehículo.

Contra: muy incómodo

lunes, 10 de enero de 2011



Carta para un viejo amigo.

Probablemente nadie que intente el suicidio, como Reigner muestra en uno de sus cuentos, tiene clara conciencia de todos sus motivos. Los cuales generalmente son muy complejos. Por lo menos en mi caso está impulsado por una vaga sensación de ansiedad, una vaga sensación de ansiedad sobre mi propio futuro.

Aproximadamente en los últimos dos años, he pensado solo en la muerte, y con especial interés he leído un relato que trata sobre este proceso. Mientras el autor se refiere a ésto en términos abstractos, yo seré lo más concreto que pueda, incluso hasta el punto de sonar inhumano. En este punto yo estoy moralmente obligado a ser honesto. En cuanto al vago sentido de ansiedad respecto de mi futuro, creo que lo he analizado por completo en mi relato, "La vida de un loco", excepto por el factor social, llamémoslo la sombra del feudalismo, proyectada sobre mi vida. Esto lo omití a propósito, al no tener la certeza de poder clarificar realmente el contexto social en el cual viví.

Una vez tomada la decisión de suicidarme (yo no lo veo en la forma en que lo ven los occidentales, es decir como un pecado) me resolví por la forma menos dolorosa de llevarlo a cabo. Excluí, por razones prácticas y estéticas, la posibilidad de ahorcarme, dispararme un tiro, saltar al vacío u otras formas de suicidio. El uso de drogas me pareció el camino más satisfactorio. Y por el lugar, tendría que ser mi propia casa, cualquiera sean los inconvenientes para mi familia. Como una suerte de trampolín, al igual que Kleist y Racine, pensé en la compañía de una amante o un amigo, pero habiendo elevado la autoconfianza, decidí seguir adelante solo. Y la última cosa a considerar, fue asegurarme una perfecta ejecución, sin el conocimiento de mi familia. Después de unos meses de preparación me convencí de la posibilidad de realizarlo.

Nosotros los humanos, siendo animales humanos, tenemos un miedo animal a la muerte, la así llamada vitalidad no es otra cosa que fuerza animal. Yo mismo soy uno de esos animales humanos. Mi sistema parece gradualmente haberse liberado de esa fuerza animal, teniendo en cuenta el poco interés que me queda por el alimento y las mujeres. El mundo en el que estoy ahora es uno de enfermedades nerviosas, lúcido y frío. La muerte voluntaria debe darnos paz, si no felicidad. Ahora que estoy listo, encuentro la naturaleza más hermosa que nunca, paradójico como suene. Yo he visto, amado, entendido más que otros, en ésto tengo cierto grado de satisfacción, a pesar de todo el dolor que hasta aquí he soportado.

P.D.: Leyendo la vida de Empédocles, me dí cuenta de cuán antiguo es el deseo de uno de convertirse en Dios. Esta carta, en cuanto a mi concierne, no intenta esto. Por el contrario, yo me considero uno de los hombres más comunes. Tu debés recordar esos días, veinte años atrás, cuando discutimos "Empédocles sobre el Etna" bajo los árboles de tilo. En esos tiempos yo era uno de los que deseaba convertirse en Dios.



de Ryunosuke Akutagawa




Ryunosuke Akutagawa (1892 - 1927) fue un escritor japonés, su nombre significa "hijo del Dragón" y le fue dado porque nació en el año del dragón, el mes del dragón, el día del dragón y a la hora del dragón (woa!). A los 35 años decide quitarse la vida y aparentemente lo que recién leyeron es lo último que escribe, una carta hermosa que espero les haya gustado tanto como a mi.