jueves, 28 de octubre de 2010

Dare to be one of us, girl,
Facing the android's conundrum,
I felt like I should just cry,
But nothing happens every time I take one on the chin.
Yeah, Himmler in your coat,
You don't know how long I've been,
Watching the lantern dim,
Starved of oxygen,
So give me your hand
And let's jump out the window.

viernes, 22 de octubre de 2010

El simposio de Estocolmo fue mi último encuentro con Huxley. Su aspecto ya delataba su fatal enfermedad, pero su aura espiritual no había aminorado. Aldous murió el 22 de noviembre de 1963, el mismo día en que fue asesinado el presidente Kennedy. La señora Laura Huxley me envió una copia de su carta a Julian Huxley, en la que ella narraba a su cuñado el último día de vida de su marido. Los médicos la habían preparado para un dramático final, puesto que la fase terminal del cáncer de esófago suele ir acompañada de espasmos y episodios de asfixia. Sin embargo, él murió en paz y tranquilo. Por la mañana, cuando ya estaba demasiado débil para hablar, escribió en un trozo de papel: "LSD - hazlo - intramuscular - 100 mcg". La señora Huxley entendió qué quería decir y le puso la inyección deseada, le administró la medicina moksha. La señora Huxley también me envió una copia de este papel en el que su marido expresó por escrito su último deseo. Huxley llevó a cabo lo que él mismo había descrito en su libro La Isla, la aplicación de la medicina moksha como ayuda para despedirse de la vida.

sábado, 16 de octubre de 2010


Investigación de imágenes
Tema: Combustión espontánea




 

Conclusiones:

1. solo le sucede a mujeres
2. está relacionada con cierto tipo de calzado 
3. los pies, tobillos y en algunos casos pantorrillas son ignífugos

supongo que notaron en repetidas fotos la presencia de chimeneas u hogares cerca del lugar donde aconteció la combustión espontánea; dándole crédito a lo espontáneo del asunto descarto la hipótesis de que la combustión fue iniciada por el fuego de los hogares y acepto en cuenta de ésta la de que dichas mujeres, víctimas, heroínas, corrieron hacia las chimeneas con afán de no ensuciar el living.

miércoles, 6 de octubre de 2010

Vestuario

El iniciar una actividad deportiva representa, en muchos casos, toparse en personas del mismo sexo en formas no apreciables en otro ámbito. Me refiero pues a la faceta de cansancio extremo, transpiración desmedida, ropa no siempre elegante y, creo que el peor de los casos, el cuerpo desnudo.

Fue iniciada la primavera cuando decidí empezar a pagar la mensualidad de un gimnasio donde tornearía mis, hasta ahora inexistentes, músculos. El primer día, luego de la tortura que para que no tengan problemas con Amnistía Internacional denominaron rutina, en donde me sometieron a esfuerzos que rozaban el límite de mis capacidades en máquinas que siguen la línea de los aparejos utilizados durante la Santa Inquisición, entré al vestuario despreocupado con la intención de asearme y continuar con el día lectivo.

Mi sorpresa empezó al comprobar que los asistentes al recinto cambiario se paseaban sin penas ni gloria mostrando a todos las zonas del cuerpo donde el sol no llega. A diferencia de ellos intenté cubrirme en vano con mi toalla de máxima absorción (30 x 30 cms), dándome por vencido por razones obvias de superficie cubierta vs. superficie expuesta. Entonces analicé las posibilidades y comprobé que la mejor opción es desvestirse y vestirse lo más rápido posible evitando que el calzoncillo se enrolle al subirlo y te deje en una situación aun más ridícula.

Como habrán leído mi sorpresa solo había empezado, luego enfrentaría al terrible fantasma que me agobia desde mis tempranos días: la socialización (en este caso se añadiría un curioso bonus: la privación de vestimentas). Estudié el ambiente y descubrí que los tópicos más reiterativos eran las motocicletas y las mujeres (en ese orden), casualmente temas en donde mis conocimientos son escasos y mis experiencias mayormente desventuradas respectivamente.

Si bien con el pasar de los días se me ocurrieron un par de frases elocuentes y hasta cómicas para sopar entre las conversaciones interducha, preferí reservármelas para mi, tal como reservo mis genitales del resto del grupo.

Los primeros tiempos fueron difíciles, pero es hoy que me inflo de orgullo y grito al mundo que aprendí a ser feliz y a convivir con tan extraños (o normales) compañeros de vestuario.